La Virgen recibe el anuncio sobrenatural y queda admirada, pero acepta la voluntad divina con el gesto de sus manos abiertas hacia adelante. A continuación representa la Visitación de la virgen a su prima Santa Isabel, a la cual comunica que ya ha concebido en su seno a Dios; las dos primas se funden en el convencional abrazo al tiempo que Isabel pone su mano izquierda en el vientre de su prima para destacar el estado de expectación de María ; detrás se encuentra una sirvienta que le habría acompañado en el viaje -también la vemos en el mismo tema de la iglesia burgalesa de San Quirce-.
En la parte central del triple capitel está el momento culminante del ciclo, el del Nacimiento, desarrollado con numerosos detalles anecdóticos. En la parte inferior se encuentra la virgen, acostada en la cama y atendida por la solicitud de dos parteras, Zelomí y Salomé, según dice el Pseudomateo, de las que una cuida directamente a la madre en la cabecera, y otra queda casi oculta detrás con un recipiente ; María apoya la mejilla en su mano izquierda, sin duda para manifestar el dolor que siente, actitud que se aprecia en otros ejemplos medievales y al mismo tiempo aumenta la alusión al dolor al colocar la mano derecha sobre su vientre. Encima está el pesebre sobre el que han dispuesto al Niño Jesús, que es protegido de la intemperie por el calor que le proporcionan la mula y el buey asomados detrás. Tres lámparas de aceite cuelgan de una tabla del techo, mientras culmina el ambiente una estrella que brilla en el centro destacando el simbolismo de la luz de Jesús. Completa la escena la figura de San José, sentado a la izquierda, adormecido, en la conocida actitud ajena a lo representado que tiene varias interpretaciones. Una es precisamente su carácter de padre putativo que no interviene en el nacimiento; pero en este caso es otro matiz el que se representa, pues la compañía de un ángel sugiere un sueño en el que recibe un mensaje divino para que no repudiase a su esposa y explicarle las circunstancias sobrenaturales por las que ella estaba encinta.
Termina el ciclo del triple capitel con una epifanía, el Anuncio a los pastores, que aquí se representa en una escena simplificada por la limitación del espacio. Sólo está sugerida por un pastor con su rebaño, al tiempo que escucha el mensaje del ángel que con el índice de la mano derecha señala hacia la estrella y el Niño Jesús.
En la parte central del triple capitel está el momento culminante del ciclo, el del Nacimiento, desarrollado con numerosos detalles anecdóticos. En la parte inferior se encuentra la virgen, acostada en la cama y atendida por la solicitud de dos parteras, Zelomí y Salomé, según dice el Pseudomateo, de las que una cuida directamente a la madre en la cabecera, y otra queda casi oculta detrás con un recipiente ; María apoya la mejilla en su mano izquierda, sin duda para manifestar el dolor que siente, actitud que se aprecia en otros ejemplos medievales y al mismo tiempo aumenta la alusión al dolor al colocar la mano derecha sobre su vientre. Encima está el pesebre sobre el que han dispuesto al Niño Jesús, que es protegido de la intemperie por el calor que le proporcionan la mula y el buey asomados detrás. Tres lámparas de aceite cuelgan de una tabla del techo, mientras culmina el ambiente una estrella que brilla en el centro destacando el simbolismo de la luz de Jesús. Completa la escena la figura de San José, sentado a la izquierda, adormecido, en la conocida actitud ajena a lo representado que tiene varias interpretaciones. Una es precisamente su carácter de padre putativo que no interviene en el nacimiento; pero en este caso es otro matiz el que se representa, pues la compañía de un ángel sugiere un sueño en el que recibe un mensaje divino para que no repudiase a su esposa y explicarle las circunstancias sobrenaturales por las que ella estaba encinta.
Termina el ciclo del triple capitel con una epifanía, el Anuncio a los pastores, que aquí se representa en una escena simplificada por la limitación del espacio. Sólo está sugerida por un pastor con su rebaño, al tiempo que escucha el mensaje del ángel que con el índice de la mano derecha señala hacia la estrella y el Niño Jesús.
Este capitel dos veces al año, coincidiendo con los equinoccios de primavera y otoño, un rayo de luz lo ilumina de forma sorprendente comenzando con la Anunciación del Ángel a Maria y terminando con el nacimiento. Este fenómeno ocurre a las 5 de la tarde, hora solar, el 21 de marzo (a las 6 de la tarde) y el 22 de septiembre (a las 7 de la tarde).